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De cero a desierto: crónica de una ciclista novata en el BikeTravel Fest

Cris Corral

Soy fácil de engañar. Lo reconozco sin vergüenza. Sobre todo si me prometes aventura, naturaleza y buen rollo. Así que cuando mi amiga Isa me propuso apuntarnos al BikeTravel Fest, dije que sí sin pensarlo mucho, con la misma ligereza con la que se firma un contrato sin leerlo… y sin saber de qué va.

La última vez que monté en bici, aún no sabía que Fernando Simón se iba a atragantar con una almendra. Y con “montar” me refiero a llanear por carril bici, o alguna salida tímida con mi padre por los alrededores de Gijón, nada de conquistas épicas. Total, que ahí estaba mi bici, en el trastero de casa, cubierta de telarañas, como una reliquia de otra vida. Pero yo, persona deportista y en forma, optimista empedernida, confiaba en mí y en que la motivación haría el resto.

Preparada para lo que venga con mi casco de adolescente rebelde

Mi equipación era una mezcla entre influencer urbana y becaria en prácticas: un culotte que había sobrevivido a un par de clases de spinning y varias mudanzas, un casco de skater, unas Ray-Ban de terraceo, mi simpática mochila del trabajo, y por supuesto unas ruedas desinfladas… pero eso sí, mi mejor disposición para pasarlo bien. No llegué a entrenar, porque la vida se me cruzó con sus cosas, pero me apunté a la ruta larga, claro que sí. ¿Qué podría salir mal?

Fotógrafo: @dvrjphoto

Un día antes del reto, el destino me tiró un último penalti inesperado: un evento de trabajo en Londres metido a calzador, como quien intenta meter un saco de dormir en su funda. Aunque hice malabarismos para llegar lo antes posible, no pude llegar a la ruta del viernes, pero alcancé a ver un documental precioso sobre una chica que había recorrido el mundo en bici. Era inspirador, pero también algo lejano. Ella estaba en modo expedición fin del mundo y yo aún estaba resolviendo cómo iba a inflar las ruedas.

La ruta: entre el paraíso y el purgatorio

Dormí como si al día siguiente no me fuese a subir a una bici después de años, y me levanté con el espíritu bien arriba. Tan metida en el papel estaba que me compré un maillot allí mismo. ¿A qué nivel de autoengaño hay que llegar para pensar que una camiseta técnica puede sustituir el entrenamiento? A ese llegué yo.

Los primeros kilómetros fueron gloria pura. Qué maravilla. ¿Por qué no había vuelto a montar antes? ¡Si esto era una gozada! El paisaje, el grupo, el aire en la cara… todo era perfecto. Sentí que no pedaleaba sola: éramos un solo cuerpo en movimiento, conectadas por esa locura compartida. Hasta que, claro, pinché, seguramente por llevar las ruedas en modo croissant. Gracias a la sororidad cicloturista, varias compañeras se pararon a ayudarme. Lo arreglamos con cero drama y muchas risas.

Fotógrafo: @dvrjphoto

Después vino EL DESCENSO. Sí, en mayúsculas. Velocidad, curvas, y el desierto de Gorafe abriéndose ante nosotras como un escenario de película. Qué paisaje, qué luz. El viento me azotaba la cara, las ruedas devoraban el camino como si tuvieran memoria. A mi alrededor, un cañón de tierra roja. Yo iba lanzada, gritando de felicidad por dentro y por fuera, con toda la fuerza que la gravedad me regalaba. Me sentí libre, ligera, feliz, con esa sensación de estar exactamente donde tienes que estar. Solo éramos la bici, yo y el mundo desplegado como un mapa precioso. Hacía tiempo que no me sentía tan viva. Tanto que se me había olvidado que las subidas existen.

Pero existen. Y vinieron.

Fotógrafo: @dvrjphoto

La primera cuesta la lidié con dignidad. La segunda ya estaba maldiciendo mi falta de previsión. La tercera con respiración fuerte, mis piernas pidiendo tregua, y una última gota de agua. En la cuarta empujaba la bici cuesta arriba. Me quedé un poco atrás, perdí de vista al grupo. El sol me golpeaba la nuca. Y en ese instante, me encontré cara a cara conmigo misma.

“Cris, esto no puede contigo. Si no te has preparado, te aguantas. Sube, pedalea. Las piernas están, la mente también. Sigue.”

Y seguí. Pedaleé. Cada giro de rueda era un universo entero. En cada curva imaginaba que el final estaba cerca… y no lo estaba. El calor era insoportable. Pensaba en excusas para parar, pero no paraba. Porque a veces eso es todo: seguir. De repente, como una aparición divina, divisé el dron de mi tocaya a lo lejos y escuché un grupo de chicas gritando que ya habíamos llegado al avituallamiento. Se habían acabado las cuestas y nos esperaba una furgoneta con agua. Nunca un trago de agua me supo tanto a champán.

Fotógrafa: @crismaristany
 
El tormento entre piernas y el glorioso final

Después del descanso, tocaban los últimos 15 km. Llaneando, eso sí. Ya no sentía las piernas cansadas, pero ahora entraba una nueva derivada. El dolor de culo. Un dolor serio. Mi postura sobre la bici ya no era deportiva (si es que alguna vez lo había sido), sino una especie de contorsión ridícula para evitar el contacto con el sillín. Cada piedra del camino parecía diseñada para torturarme. Pero ya quedaba poco, y el final se acercaba. Al fin…llegamos. Qué felicidad, qué sensación de logro. Lo habíamos conseguido. Y lo mejor: lo habíamos hecho juntas.

Brindamos por la sororidad, el compañerismo y la fuerza compartida. Y entonces llegó la parte más social, la de compartir. Hubo talleres de mecánica, mantenimiento de bicis, y tertulias llenas de historias alucinantes: que si una había estado pedaleando la Patagonia, otra que se iba en bici directa a visitar a su hija en Ámsterdam, y hasta un negocio de café sobre ruedas. Mujeres con mapas en la piel y mil aventuras que contar. Ya no sentía que aquello me quedaba grande. Al contrario, sentía que, de alguna manera, ya era parte de esa tribu.

 

Fotógrafo: @dvrjphoto

La organización fue impecable. El pueblo de Gor, volcado y feliz de acoger un evento así. Y la fiesta… la fiesta fue una verbena de verano en toda regla: temazos que ni en la boda de tu prima, barriles de tinto de verano y muchas ganas de bailarlo todo. Lo simpático es que llevábamos 60 km encima con más de 1.000 metros de desnivel … pero ahí estábamos, dándolo todo como si acabáramos de bajar del bus turístico.

Fotógrafo: @dvrjphoto

 

El domingo fue para las valientes: gymkana para las que aún tenían fuerzas en las piernas (y algo de espíritu competitivo en el cuerpo), regalos para todas, porque sí, todas nos llevamos algo, y bocadillos que sabían a gloria.

Epílogo: de vuelta a la oficina…con el culo aún en huelga

Lo más gracioso es que el lunes, a las 8h, aún con el culo dolorido, abrí el portátil para empezar a trabajar y mis dos primeras búsquedas fueron: “cascos de bici que no den vergüenza” y “rutas gravel por España para novatas con ímpetu”.

Y es que este finde no solo me reconcilié con la bici. Me reconcilié con algo que no sabía que echaba de menos: el reto, la naturaleza, el cuerpo en marcha, el sudor compartido y el seguir pedaleando.

Así que sí, volveré a montar en bici, estaré en el próximo BikeTravel Fest. Pero esta vez, con un maillot bien molón, con algo más de agua, y con todo el flow de la que acaba de descubrir que esto también es para ella.

8 respuestas

  1. Qué gran resumen! Fantástica aventura que me hace recordar con emoción los días vividos en Gor! Yo también acudí desentrenada porque venía de una larga recuperación de una lesión. No fui tan valiente y me uní a las rutas cortas, y las disfruté enormemente junto al resto de chicas. Fue un fin de semana inolvidable 🥹😄🥰

    1. Qué bonito leerte y saber que también lo viviste con tanta emoción. Las rutas cortas también son de valientes, y más si vienes de una lesión, enhorabuena! Nos vemos ✨

  2. Preciosa y entrañable crónica de una novata. Mucho optimismo y sentido del humor. Dan ganas de apuntarse con ella a la próxima carrera. ¡Fuerza!

    1. ¡Mil gracias, qué bien que la hayas disfrutado! Comentarios así emocionan y animan a seguir compartiendo. ¡Te esperamos! ✨

  3. Gracias Cris por esta preciosa crónica, llena de humor y sentimiento. Al leerlo, parte de tus textos hacen que nos sintamos identificadas con tu experiencia. Gracias por ponerle palabras a tan buena encuentro que nos han permitido vivir todo el equipo de @rarefemmes!!! Aupa @rarefemmes!!!!

    1. ¡Muchísimas gracias, Julia! Qué alegría saber que os sentisteis identificadas. Nos vemos en la próxima ¡Aupa siempre! ✨

  4. Gracias, Cris, me ha encantado tu artículo. Y no tienes que buscar rutas gravel para novatas, ya puedes hacer lo que te dé la gana. Esa ruta es de BTT para expertas, así que a lo que te propongan y quieras.
    Ya entro en Bélgica, y cada día mejor. Y ya todo me parece fácil. Miedo?… ninguno, sí que paseo cada día 3 litros de agua, por si no encontrará camping, pero solo he tenido que hacer más kms para llegar a uno. Enhorabuena, ya eres experta!!! 😀🚴‍♀️

    1. Gracias Maripepa, qué ilusión leerte, ¡ya en Bélgica! Es alucinante lo que estás haciendo, desde Gor hasta Ámsterdam… ¡de verdad, eres una inspiración total! 😍🚴‍♀️
      Te deseo lo mejor en lo que queda del camino, y ojalá nos veamos en la próxima. No dejes de contarnos cómo sigue la aventura, que te seguimos muy atentas💛🌍

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